Muga Weippert, ElianaSepúlveda Guajardo, Marita2024-11-272024-11-272008https://repositoriobibliotecas.uv.cl/handle/uvscl/15227Estandarización de la cultura, de la ciudad, de las formas. La monotonía en la ciudad nos da cada vez menos posibilidades de que nuestra experiencia urbana tenga matices que la hagan significante. La variedad perceptiva está ausente en nuestra vivencia cotidiana. La pérdida de la escala humana y la estandarización de las formas urbanas en las ciudades actuales ha traído como consecuencia que el hombre no se sienta partícipe del medio urbano, ni consciente de su ciudad, al no existir un arraigo por falta de identificación. La mayoría de las ciudades del planeta han crecido mal y demasiado deprisa, construyéndose viviendas homogéneas, calcadas unas de otras, que han despersonalizado las ciudades. La tradición urbana propia de cada cultura ha perdido terreno frente a un modelo uniformizador y carente en relaciones ciudadanas. El problema actual Monotonía: aumento de la densidad inversamente proporcional a la complejidad urbana. La técnica y el progreso han fracasado en la adaptación de la ciudad a los deseos y necesidades del hombre, desde la creencia que la ampliación, la aceleración, simplemente “lo mayor”, podría identificarse con “lo mejor”. Las partes esenciales del mecanismo son separables, características yuxtapuestas pero aisladas, agrupadas por funciones. Durante las últimas décadas ha predominado la uniformidad geométrica, algo que se remonta a La Carta de Atenas de 1933, ahora desacreditada (Salingaros, 2005). Dicho documento introdujo conceptos que resultaron catastróficos para las ciudades, la separación de funciones en zonas de un solo uso e imágenes seductoras, pero poco convenientes de rascacielos en las zonas céntricas y urbanizaciones de viviendas uniformes en zonas dispersas de los alrededores. Así el urbanismo se enfrentó a la idea de “desintegrar” la ciudad en partes inconexas. Todo lo contrario, a una ciudad geométricamente integrada, proporcionadora de relaciones urbanas. La supervivencia de la diversidad en este mundo globalizado es vital. Cuando todos hablemos la misma lengua, hagamos las mismas cosas y vivamos de la misma manera, nuestra civilización dejará de tener sentido. En los nuevos territorios urbanos, el barrio se transforma exclusivamente en zona residencial. A causa de la separación física de las funciones en la ciudad, el espacio de uso cotidiano se expande a una escala de kilómetros supeditados al automóvil. El barrio deja de ser un lugar social para convertirse simplemente en un lugar de exclusión (de otros usos, de clases sociales, etc.). La casa, en estas condiciones, se convierte en el centro del universo suburbano. El individualismo se acentúa y el núcleo familiar se convierte en la relación afectiva casi única. Las inmobiliarias se encargan sólo de “trozos urbanos”, que además de sus carentes relaciones internas, fragmentan la ciudad, creando un "puzzle" territorial y desconectando el tejido social al interrumpir la continuidad de su trama urbana, tan necesaria para la habitabilidad. La ciudad, mientras tanto, se va vaciando de contenido, las relaciones vecinales, la regulación de comportamientos por conocimiento y afectividad, la identidad con el espacio, las probabilidades de contacto que ofrece el espacio público, etc. se van diluyendo. Los barrios, que son el terreno de juego donde se hace cotidiana la esencia de la ciudad, se eclipsan. La ciudad en estas condiciones pierde su esencia y se convierte en asentamiento urbano donde el contacto, el intercambio y la comunicación pertenecen a las redes virtuales que le quitan a la calle el sentido que históricamente ha tenido como espacio público. Lo más importante en muchas ciudades actuales son las redes. Si vamos en auto o nos comunicamos a través de medios virtuales, el espacio público deja de ser relevante, la ciudad también. “El espacio público, la ciudad cobra su máximo sentido si vamos andando.” (Rueda, S. 1997). Como contraposición a esta problemática espacial/social, por tanto de suma relevancia para la arquitectura, considero la posibilidad de encontrar valores urbanos en las ciudades adaptadas al relieve, cuyas directrices urbanas naturales impuestas por la topografía, abandonan esta monotonía, al adaptar la trama a su morfología, que condiciona en gran medida la disposición del asentamiento, aportándole un carácter, desde la singular conformación de su espacialidad urbana, dando paso a una cultura espacial precursora de identidad. Además, en estos enclaves permiten un reconocimiento de la ciudad como complejidad urbana, desde múltiples miradas que permiten que ésta se habite con referencias, siempre dentro de un contexto, de este modo el habitante puede reconocerla y vivirla a sus distintas escalas. Por otra parte, son ciudades peatonales, donde el ritmo que impone el relieve, les otorga una velocidad que deja al peatón en prioridad, bajo un ritmo biológico propicio para la vida y las relaciones humanas. En las posibilidades que otorga el espacio urbano, producto de esta adaptación a la morfología, es donde radican los valores generadores de la habitabilidad urbana de las ciudades del relieve, valores que pretendo constatar en el desarrollo de este estudio.esAtribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Chile (CC BY-NC-SA 3.0 CL)HABITABILIDAD URBANAESPACIO URBANOIDENTIDADHabitabilidad urbana en la tridimensionalidad del relieve : estudio de la adaptación de la trama urbana a la topografía y la incidencia de las espacialidades resultantes en la habitabilidad de la ciudad.TDPRE