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Examinando por Autor "Torres Castro, Marianela"

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    Elementos formales de la arquitectura que dificultan la accesibilidad universal.
    (Universidad de Valparaíso, 2015) Torres Castro, Marianela; Abarca Gambaro, Gonzalo
    Situación de discapacidad en edificios públicos y privados, en la región de Valparaíso. «…trabajar cada uno en su esfera de competencias y según sus posibilidades, por una vivienda y una ciudad más humana, por una ciudad que sea capaz y ordenada arquitectónicamente para que todos los hombres, incluso aquellos que usan silla de ruedas, puedan circular, acceder sin trabas, plenamente, libremente…» (1) La discapacidad es un tema que toma fuerza en Chile ya hace aproximadamente 10 años, la accesibilidad a edificios públicos y privados, no era obligatorio o parte de un programa proyectual en edificios, por lo tanto es un problema reflejado en la actualidad, se ha tratado la materia, debido a la cantidad de población que carece y se le hace imposible transitar por algunos edificios, por lo tanto la situación es ineficiente afecta el habitar y entorno de aquellas personas que poseen discapacidad, siendo que la arquitectura debería ser de inserción, pensada para un conjunto en general, pero que contenga la diversidad que actualmente existe entre las personas. Hay que avanzar en destruir las barreras arquitectónicas que impiden que las personas no puedan relacionarse bien con un contexto determinado (refiérase a edificios públicos y privados, tanto como espacios públicos). No solo existen las barreras de tipo arquitectónicas, que de cierta manera generan la discapacidad y limitan la participación y posibles actividades que esta gente realiza cotidianamente, si no que se podrían clasificar en las siguientes: Barreras arquitectónicas: pensadas dentro de una edificación donde no se hallan las respectivas rampas de acceso, señalización apropiada, no existe una medida (haciendo alusión a por ejemplo interruptores, en algunos casos ventanas sobre el 1,5 metro de altura, cerrajería de puertas, entre otros) que beneficie tanto a la persona minusválida como a personas “normales”. Barrera vial: en Chile si bien es muy importante el tema del tránsito vehicular, debido a la gran demanda actual, y por lo demás existe un fondo destinado para eso como lo es un permiso de circulación que anualmente se debe cancelar, se podría decir que el tema está mucho más legislado, organizado y controlado, que la misma circulación pública, que es un tema tan fundamental aquí y en cualquier lado del mundo, cada municipalidad se preocupa de sus veredas y espacios públicos, independientemente y sin mayor fiscalización, llegando al punto de cierta manera desvincularse y responsabilizar al servicio de vivienda y urbanismo, la reparación y conservación de las aceras. Barreras urbanísticas: veredas angostas, en la mayoría de los casos solo responden a una necesidad inmediata y práctica, de uso general, pero no específico o pensado en una persona que sufra de algún tipo de discapacidad, en Chile el 12.9% de la población es parte de este grupo, lo que no significa una cifra menor. Barrera emocional, psicológica: esta barrera es una de las más difíciles de superar, pues si bien comprende un proceso bastante largo, en el individuo mismo, ya que el proceso consta de diversas etapas, de sanación, dominio-progreso, y finalmente aceptación propia, de la condición adquirida. No hay un tiempo establecido, para tal proceso, esto dependerá totalmente de cada persona, podría tomar días, meses, años, en llegar a la aceptación. Por otro lado, están todas las personas que nos rodean, esas miradas que marginan y excluyen, quizás para algunos minusválidos este es el punto más fuerte, poder lidiar con ciertas situaciones incómodas que provocan las personas a nuestro alrededor, es aquí donde decimos de manera figurativa que el contexto hace la discapacidad, es decir, la persona es minusválida, pero la multitud la hace ser aún más discapacitada de lo que es. Barrera socioeconómica: bien sabido por todos que, para una persona con dificultades motoras, es muy difícil encontrar trabajo, o algún programa de gobierno que lo ampare, tanto económica como psicológicamente, no existe ninguna garantía laboral que obligue al empleador, por ejemplo, contratar un porcentaje de estas personas, claramente, este porcentaje no tiene por qué ser alto, sino que una cierta cantidad de cupos limitados, pero que sea una obligación para entidades públicas por lo menos. De acuerdo al tratado firmado por Chile en la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad (ONU), en su artículo 4 que hace referencia a las obligaciones generales que toma cada país, se manifiesta “e) Tomar todas las medidas pertinentes para que ninguna persona, organización o empresa privada discrimine por motivos de discapacidad” según el tratado la situación de discriminación laboral no debería pasar ni para entidades privadas ni mucho menos públicas. El SENADIS (Servicio Nacional de la Discapacidad), presentó las bases de fondos nacionales de proyectos, donde se propone financiar total o parcialmente propuestas de diversas categorías como accesibilidad, cultura, deportes, educación, inclusión laboral, justicia y adecuación normativa, participación para la inclusión, promoción de derechos y tecnologías asistidas. El fondo totalitario para dichos proyectos sería de 1.116.000.000 millones de pesos, para todas las regiones del país, los fondos se dividen según las necesidades de la población, por ejemplo, para la región de Valparaíso se destina un total de 71.000.000 millones, y de participación para la inclusión 20.000.000, lo que hace un total de 91.000.000 millones solo para esta región. La accesibilidad y la infraestructura que se requiere, es lo primordial para abordar la temática, pero existen otros factores como; el clima, entorno, programa, tipología, espacio-forma, usuarios. La dificultad que supone salvar desniveles y obstáculos en veredas o accesos a edificios, falta de rampas antideslizantes y sin barandas, poca disposición de espacio para realizar las maniobras pertinentes para una persona minusválida en silla de ruedas y en algunos casos con acompañante, otra dificultad sería el problema de la circulación interior vertical, pues si bien un edificio no tiene por qué estar lleno de rampas, pues lógicamente el espacio en algunos casos no daría para tal cosa, la implementación de ascensores seguros y a prueba de un incendio por ejemplo tiene que estar al nivel que hoy en día avanza la tecnología, ascensores exteriores (de apoyo al principal, quiere decir más de una opción en un edificio) que permitan la fácil evacuación en el peor de los casos de uno o varios minusválidos. Una dificultad que se manifiesta en tanto al tema de infraestructura es la poca señalización y escaso programa que se destina, se ha visto que los espacios están pensados por ejemplo en un edificio público a la instalación de muebles para realizar las actividades (mesones, galerías, sillas de espera, secretarias, salas de impresión gráfica, módulos de atención al público como de carácter confidencial) donde en algunos casos ni siquiera se piensa en un lugar de espera para personas en sillas de ruedas, y éstos se resignan a esperar en el pasillo, o vía de evacuación, más cercana. Todos estos factores contribuyen a bajar la moral del discapacitado, en el primer estudio nacional de la discapacidad en Chile, ENDISC, afirma que en el año 2004 1 de cada 8 chilenos son discapacitados, esto quiere decir 2.068.072 personas, de un total de 16.031.565 habitantes en Chile. En otras palabras, de un total de hogares de 4.481.391, en 1.549.342 vive al menos una persona con esta condición, 1 de cada 3 hogares. Claramente no es una cifra menor teniendo presente que en algún momento de la vida cualquiera de nosotros pueda pasar a ser parte de este grupo, nosotros mismos o algún familiar cercano, nadie está exento, entonces ¿Por qué aún no se han implementado algunas medidas no todas sino las más necesarias en cuanto a lo arquitectónico en las edificaciones públicas? En el año 2008 Chile firma un tratado internacional Convención Internacional para los Derechos de las Personas con Discapacidad junto al Protocolo Facultativo, como cuerpo operativo y normativo para todos los países adheridos, y al cual se hacen llegar todas las quejas de personas con discapacidad que se sientan pasados a llevar en todos los ámbitos de la vida, el tratado se compromete a “…promover, proteger y asegurar el goce pleno y en condiciones de igualdad de todos los derechos humanos y libertades fundamentales por todas las personas con discapacidad”, en resumen y apuntando a lo que nos convoca para mencionar dicho tratado es la tardía e indigna tardanza de un documento clave que exige la ONU, donde se exponen las medidas tanto jurídicas como sociales que toma el país en beneficio de las personas con discapacidad, documento que a más tardar el SENADIS tuvo que enviarlo a fines del 2010, al Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREL), finalmente el documento llega el 11 de enero de 2012 al Ministerio de Desarrollo Social, es aquí donde se evalúa la propuesta , para volver devuelta al MINREL y así hacer su entrega oficial a la ONU. Un ejemplo más de la poca disposición y despreocupación del gobierno por esta minoría social que de acuerdo a las cifras entregadas el 2004, no sería una cifra menor de habitantes en el país, que asumen esta condición. Las dificultades mencionadas han estado presentes a lo largo de la historia. No estamos lejos de darle solución a ciertos puntos más desfavorables el pensar un espacio que no solo alberge a personas normales en sus capacidades motoras sino también para minusválidos, se hace complejo, pero no imposible, pues las alturas y anchos son diferentes, pero más que nada la altura del visor de cada persona. "debe poseer una viva imaginación y un cultivado e inherente sentido de la forma, las proporciones, la adecuación y el color; debe poseer un espíritu de creación, aventura, independencia, determinación y valentía, y también gran cantidad de instintos humanísticos y simple sentido común.”(2 ) Dentro de este marco el tema de la accesibilidad, está latente en nuestra sociedad actual, ya sea en Valparaíso o en cualquier ciudad del mundo, pero la ciudad de Valparaíso, debido a su topografía laberíntica, como algunos la llaman, es una zona geográfica digna de estudio de este tema en particular la accesibilidad, porque si lo pensamos cuando nos dicen “laberíntico” lo primero que se nos viene a la cabeza es una ciudad con muchas callejuelas y desniveles quiebres en todos los sentidos, sin un orden establecido y falto de simetría si se quiere llamar de esa manera, pero ¿Qué hay de cierto en eso? ¿Existirán algunos lugares conformados ya sea por espacios públicos y edificios, o ambos juntos que contengan de manera suficiente y apropiada el libre recorrido y acceso de una persona discapacitada? Para analizar el tema de forma general en una primera instancia y llegar a una hipótesis que sea pertinente al problema, me concentraré en estudiar los diferentes edificios públicos que existan en Valparaíso y su emplazamiento para lograr entender las diferentes maneras de llegar. 1 Charles-Edouard Jeanneret (Le Corbusier) Arquitecto. 2 Hood Raymond, Delirio de Nueva York, 1978, Pág. 173

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