Patrimonio industrial ferroviario en desuso en la quinta región. Puesta en valor de nuestras estaciones de ferrocarril.

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2003-07

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Desde su introducción en 1851, el ferrocarril cautivó a la sociedad chilena, su cercanía a los centros poblados, la majestuosidad de su material rodante y su gran aporte en el transporte de carga y pasajeros conlleva a hacer de él un símbolo del progreso de fines del siglo XIX y principios del XX, además de lograr la hazaña, en pocos años, de comunicar territorios que hasta entonces eran, para muchos, inimaginables. Inmerso en el denominado: “patrimonio arquitectónico industrial”1 este mundo ferroviario sufre hoy de ser sin duda, uno de los más olvidados que podamos encontrar. Parece cotidiano encontramos con los “restos” o ruinas de obras ferroviarias que en algún momento fueron relevantes para el desarrollo de nuestras ciudades o como dirían muchos, obras de incalculable valor histórico para el lugar que las emplaza. 1 Este tema se desarrollará más adelante, procurando clarificarlo y acotarlo en su temática y contenido. 2 En su libro Tartarini, otorga características “sentimentales” a cada parte constituyente de este universo ferroviario, desde su perspectiva como usuario. 3 Según criterios definidos por F. Cardellach en su libro: “La enseñanza de la construcción en las escuelas de ingenieros...”, retomada y valorada por I. Aguilar en “Arquitectura Industrial”. 1998. Valencia. España. Estamos haciendo mención a un patrimonio caracterizado por la presencia tanto de ferro-carril como del edificio estación, y es que ambas eran parte del misterio y la seducción2 que invadía a todos. Eran símbolos palpables de la era del vapor. Las “Estaciones ferroviarias”3, conforman solo una parte de este extenso “Patrimonio industrial chileno”, su importancia radica tanto en su función como en su rol. Desde su incorporación en nuestras ciudades (hacen aproximadamente 154 años) pasó a ser un elemento urbano de real importancia en el desarrollo y transformación de las mismas; en un comienzo las estaciones se transformaron en el elemento urbano que simbolizaba el desarrollo y el crecimiento de una ciudad “conectada”. Aunque hoy en día, en variados pueblos y ciudades, pasen casi inadvertidas, hubo un tiempo en que las estaciones de ferrocarril eran edificios importantes, verdaderas puertas de entrada a las ciudades. Su presencia simbolizaba el contacto con lo ajeno, lo distinto y lo diverso. “Eran lugares de encuentro en los que se recibían las últimas noticias y los productos más modernos desde los más apartados confines, y, junto con ellos, la ilusión de la prosperidad, la civilización y el progreso”4. 4 Tartarini, Jorge. “Arquitectura Ferroviaria”. Ediciones Del arco iris Colihue. Buenos Aires. Argentina. 2001. En épocas recientes, especialmente a partir de la segunda posguerra, la pérdida de protagonismo del tren, frente a otros medios de transporte, junto con el desinterés del público (que requiere del menor tiempo posible de traslado), sumado a la casi nula adaptación del sistema a los nuevos tiempos, contribuyeron –entre otras causales- a su progresivo deterioro físico y funcional y a la pérdida de la coherencia y calidad que desde su origen lo caracterizaron. Debido a esto es que hoy nos encontramos con variados casos en los que dichos edificios han caído en la obsolencia, agravando su estado de conservación y acelerando su desaparición. Los avatares de este medio de transporte y el escaso éxito de las iniciativas de protección de su legado, han determinado que solo perdure una pequeña parte de lo que alguna vez fue la infraestructura asociada al ferrocarril, solo algunas estaciones se conservan en estos días, principalmente las que aún prestan servicios, el resto parece desaparecer sin dejar rastro, sumido en el abandono. A partir de 1964, comienza un periodo de reconocimiento y valorización del aporte que representaba el mundo del ferrocarril. En aquel año se declaran Monumentos Nacionales, a nuestras más antiguas estaciones ferroviarias: Copiapó y Caldera. Le seguirán en esta lista otras estaciones y construcciones de indudable valor patrimonial, como lo fueron las instalaciones ferroviarias de Iquique. Sin embargo permanecen en el anonimato pequeñas estaciones a lo largo del país y en especial en la región de Valparaíso, que no poseyendo la cualidad constructiva o arquitectónica de las grandes estaciones, marcaron un hito como pioneras y generadoras de un fuerte intercambio comercial entre poblados. Aún es tiempo de preservar estas construcciones, su puesta en valor contribuirá a preservar este legado, este “pequeño universo” , de modo que nuestra memoria colectiva no se conforme solamente por recuerdos de algunas personas. Es por ello que el presente trabajo se enfoca hacia uno de los componentes esenciales de este universo ferroviario: Las estaciones de ferrocarril, desde un punto de vista histórico, arquitectónico y hacia su valoración como Patrimonio Industrial y por ende su necesaria conservación. Se pretende ofrecer un completo panorama regional de las estaciones (su génesis, desarrollo y declinación, y su posible transformación o “adaptación” a los tiempos actuales), que permita comprender el origen, evolución y presente de uno de los edificios más emblemáticos de finales del siglo XIX y principios del XX. Tal que contribuya a identificar las causas de los problemas que afectan a un patrimonio de singular riqueza, tanto a nivel local como continental. Estamos en presencia de una lamentable valoración histórica, debido en parte, a la falta de sensibilización por parte de las autoridades y del transeúnte común, (como lo es el caso de Viña del Mar, donde al parecer jamás tendremos la posibilidad de revivir un pasado de más de 80 años en los cuales se “tomaba” el tren en la superficie de dicha ciudad), lo que nos aleja cada día más de lo que fuimos y sobre todo del proceso de transformación que estamos experimentando. Este estudio pretende contribuir, a despertar interés por el patrimonio común, y con ello a formar conciencia y educar sobre la importancia de preservarlo. Podemos decir que no hay una clara política de protección frente a estos edificios, no hay un estudio sobre el tema en nuestra región, no hay un juicio claro sobre lo que es patrimonial en este tipo de arquitectura industrial, por lo tanto parecen no existir alternativas para una intervención en ellos. Debemos en cierta medida, crear conciencia respecto de nuestras acciones sobre la ciudad, considerando que estamos actuando sobre obras “antiguas”, de las que gran parte de su atractivo proviene de su relación con el tiempo y el espacio. Nuestro recorrido se inicia justamente con la aparición de los primeros ferrocarriles en Inglaterra, (por ser estos la base para la construcción y el desarrollo de las estaciones); pasando por su incorporación en nuestro continente y más puntualmente en nuestro país y en nuestra región. Es menester aclarar que el objeto de este estudio tiene directa relación con los edificios estación de nuestra región y con su puesta en valor y con ello su posible conservación como legado histórico hacia el futuro, por lo tanto y para ofrecer un panorama más amplio del desarrollo de estas, se ha optado por pormenorizar algunas de las primeras estaciones relevantes de nuestro país, desde su incorporación (1852 app.)5, hasta la aparición de las más importantes estaciones ferroviarias de la región, (principios del siglo XX.). 5 No queda claro aún el momento de la aparición en nuestro país de la primera estación, aunque estudios históricos señalan a la estación de Copiapó como la primera, unos años después de la puesta en marcha del ferrocarril entre dicha ciudad y Caldera (inaugurada el 25 de diciembre de 1851, aunque la ceremonia oficial de entrega tuvo lugar el 1º de enero de 1852.) Los capítulos 5, 6 y 7 tratan sobre la arquitectura ferroviaria de nuestra región, circunscribiendo el universo de análisis a lo que conforma la ruta Santiago – Valparaíso (primera zona); se hace hincapié en los primeros edificios de este trazado, además se procura establecer algunas causales del abandono sufrido por varias de estas en las décadas caracterizadas por el auge y declinación del sistema. En todo este análisis predomina el estudio del edificio de pasajeros, dejando solamente como antecedente el repertorio tipológico de los elementos de equipamiento que conforman este universo, como lo son las cabinas de señales, refugios, tanques de agua, puentes, túneles y viviendas de funcionarios. Luego del análisis histórico se aborda la situación actual del patrimonio de la arquitectura ferroviaria local y la importancia que asume su valoración, frente a la disyuntiva de destruir o preservar. Finalmente en los últimos apartados de propone alguna forma de conservación de este legado, ya sea mediante su posible declaración como Monumento (acción de conservación pura) u lo que llamaremos re-arquitecturización para edificios ferroviarios en desuso, en esta, lo que se pretende en primera instancia es, “salvar” al edificio del deterioro, pero no mediante la conservación pura, sino, mediante su “transformación”. La re-arquitecturización propone una manera de intervención en este patrimonio, es menester de este trabajo aclarar e ilustrar este tipo de intervención, en el cual se infunde nueva vida a los edificios, rescatándolos así del olvido y el deterioro definitivo, pues está comprobado a través de la historia que la permanencia hasta nuestros días de edificios relevantes está ligada a su re utilización.

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PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO INDUSTRIAL, CONSERVACIÓN LEGADO HISTÓRICO, ESTUDIO PROCESO FERROVIARIO

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