Guía conceptual y procedimental para la construcción de una puesta en escena.
Fecha
2016
Profesor Guía
Formato del documento
TDPRE
ORCID Autor
Título de la revista
ISSN de la revista
Título del volumen
Editor
Universidad de Valparaíso
Ubicación
PT/TEATRO B826g 2016
ISBN
ISSN
item.page.issne
item.page.doiurl
Facultad
Facultad de Arquitectura
Departamento o Escuela
Escuela de Teatro
Determinador
Recolector
Especie
Nota general
Título de Actor/actriz. Especialidad en Dirección Teatral (Bravo Acevedo, Andrés; Castillo Cáceres, Paulina & Terrazas Araya, Carolina).
Resumen
Al ingresar a una Escuela de Teatro, en un comienzo, se da bastante importancia a la actuación y todo lo que eso conlleva: estar en el escenario, sobrepasar nuestros límites físicos, desarrollar escenas, un examen, etcétera. No obstante, a lo largo de nuestras carreras comprendemos que el Teatro es mucho más amplio que solo pararse en el escenario y actuar, por lo que la formación actoral no es suficiente. Incluso en un examen de actuación podemos notar que lo que puedan o no hacer los actores no es lo único relevante, pues si esas actuaciones no están “dirigidas” y encaminadas hacia algún lugar, hablando tanto de lo físico como de lo ideológico, no se llegará a buen puerto. Este trabajo de ordenar las propuestas de los estudiantes generalmente queda en las manos de los profesores, quienes a su vez imprimen su sello personal en cada examen que realizan.
En nuestro caso, el interés por descubrir esa otra área del teatro nos hace poner atención a los procedimientos que tenían nuestros diferentes profesores para vincular las propuestas o generar un lenguaje en común, a partir de una autoría. Lo relacionado a la dirección comienza a aparecer en las devoluciones que ofrecían las comisiones evaluadoras en los respectivos exámenes, donde -por ejemplo- en ocasiones se identificaban errores de dirección. ¿En qué se fijan? ¿Cómo lo identifican? ¿En qué se basan para decir que un trabajo se abordó de manera correcta o incorrecta, desde la dirección?
Teníamos alguna noción porque habíamos sido parte del proceso. Existía de antemano una comprensión de que eran necesarios actores; un cuerpo en un espacio y la necesidad de construir las escenas y no solamente actuarlas, pero ¿Por dónde comenzar? Desde esta pregunta comenzamos a considerar muchos otros elementos que podíamos reconocer, ya que notábamos que tanto la iluminación como el universo sonoro potenciaban de alguna manera lo que se proponía desde el cuerpo. Intuíamos que esto ocurría en un espacio y tiempo determinado, pero la pregunta seguía apareciendo: ¿por dónde comenzar?
Las interrogantes que surgieron comenzaron a ser medianamente respondidas al entrar a la mención de Dirección de la Escuela de Teatro de la Universidad de Valparaíso, a la que ingresamos por nuestra inquietud y necesidad de adquirir nuevas herramientas.
Cursando dicha mención, en nuestro intento de solucionar los ejercicios que se nos pedían, consultamos teoría de connotados directores de la escena mundial. También quisimos averiguar cuáles eran las miradas de otros profesores, pero al consultar, llegamos a la conclusión de que dirigir depende de quién lo esté haciendo, pues se basa en la intuición, la experiencia y entre otras cosas, los errores; todos factores personales. Comprendiendo lo anterior, e incluso estando de acuerdo, aún existían muchas dudas con respecto al oficio del director.
Luego, cuando nos enfrentamos a un seminario de dirección dentro de nuestra mención, realizado durante el segundo semestre del año 2015, el profesor Francisco Albornoz nos realiza la siguiente pregunta: ¿qué constituye una puesta en escena? Mencionamos todos los elementos que ya conocíamos y finalmente estos fueron englobados en tres grandes conceptos: el sentido, la presencia y la materialidad. Estos fueron determinantes para nosotros al enfrentarnos a la dirección. Ya no era algo tan ambiguo: contábamos con tres puntos de partida para comenzar a abordar la construcción de nuestros ejercicios prácticos.
A partir de esto nos surgen otras preguntas como: ¿de qué manera se pueden agrupar todos estos conceptos, para que puedan orientar el trabajo de distintos directores, con distintas necesidades? ¿Se puede hablar de dirección concretamente y no sólo desde la experiencia personal, que, por tanto, resulta un poco subjetiva? ¿Se pueden establecer procedimientos de abordaje de una puesta en escena?
Para saciar nuestras dudas y continuando con la búsqueda de autores, nos encontramos con dos directores chilenos que plantean la base desde la cual comenzaremos a investigar. Estos son Jimmy Daccarett y Ramón Griffero.
Jimmy Daccarett, director, dramaturgo y académico, egresado de la Escuela de Teatro de la Universidad Católica de Chile, publica en el año 2010 su texto “Apuntes de dirección teatral”, el cual hace una recopilación de diversos autores y directores, para encontrar los distintos elementos de la puesta en escena y las necesidades que podrían aflorar a la hora de iniciar un proyecto de dirección. Daccarett los clasifica y define de manera objetiva, convirtiéndolo en un texto muy clarificador para estudiar dirección escénica. Estipula que la dirección necesita una estructura base desde donde situarse, una metodología que ayude a organizar los elementos. Sin embargo, esta estructura no puede ser rígida ni responde a una “receta para cocinar obras”, pues las necesidades de los montajes varían.
Con respecto a lo mismo, destacamos el trabajo de Ramón Griffero, dramaturgo y director reconocido tanto a nivel nacional como internacional, quien nos plantea una elaboración teórica de su experiencia artística en “La Dramaturgia del Espacio”, donde se plantea el origen del concepto reuniendo la “Poética del texto” y la “Poética del Espacio”, basándose en la descontextualización de un objeto o un cuerpo, afirmando que “El primer gesto de la creación artística es aquel del acto de descontextualización. Extraemos de la realidad el color, un cuerpo, un objeto, la palabra, y los situamos al interior de un formato y de un lenguaje definido, artístico, y comienza a ser percibido o leído, desde ese gesto.” (2011: 51).
Ramón Griffero define el espacio escénico como el soporte de nuestro acto de descontextualización, por lo tanto, el soporte del arte escénico, que en sí es un lugar sin ideología. Así, sin presentarnos un modelo a seguir, el autor realiza una aproximación al lugar desde donde se comienza a narrar: con los cuerpos puestos en el espacio, denominando a esta relación el alfabeto del lenguaje escénico, como algo elemental.
Entendiendo por un lado la subjetividad de cada director o directora que es posible percibir en sus respectivos trabajos, donde lo intuitivo juega un rol importante dentro de cada proceso creativo en la construcción de una puesta en escena, encontramos en los autores mencionados anteriormente las primeras pistas en la búsqueda de una sistematización en torno al quehacer teatral, contribuyendo a la comprensión del oficio de la dirección, partiendo desde elementos transversales que cruzan toda puesta en escena, independiente del estilo o lenguaje que estén desarrollando. Estos trabajos se convierten en un impulsor para nosotros, pues nos ayudan a partir desde algo más básico y elemental. No obstante, el camino no ha dejado de ser ambiguo, por lo que nos preguntamos ¿Qué se dirige cuando se dirige? Desde esta pregunta surge el intento de establecer cuáles son los elementos mínimos y fundamentales que constituyen una puesta en escena, con parámetros relativamente claros, que nos den certeza de qué estamos trabajando, o saber desde donde nos paramos a dirigir, mediante la creación de esta Guía Conceptual y Procedimental para la construcción de una puesta en escena.
Desde nuestra intención de responder a nuestras interrogantes surge esta guía de conceptos y procedimientos que proponemos en nuestra memoria de grado, con el fin de orientar al director al momento de enfrentarse a la construcción de una puesta en escena. A pesar de la dificultad de sistematizar el fenómeno de la dirección o de encasillarlo en una metodología o modelo determinado, podemos afirmar la existencia de ciertos elementos constitutivos y transversales a toda puesta en escena, independiente de la ideología que contenga o de la forma o el estilo que esta adopte. Considerando además la importancia de los procedimientos y las estrategias que asume el director para que estos elementos se interrelacionen y dialoguen dentro de su totalidad.
¿Por qué una Guía Conceptual?
El formato de guía surge por la necesidad de acotar, aclarar y conducir, a partir de la definición de conceptos, la infinidad de posibilidades que entrega un trabajo antes de comenzar a ser dirigido. Con esto pretendemos que quien dirija obtenga más herramientas para trabajar, para que, a la hora de enfrentarse al proceso de construcción, sepa cuáles son los elementos sobre los cuales puede poner atención, administrando de modo más eficiente los distintos recursos con los que cuenta.
¿Por qué no método y sí procedimiento?
Si bien, ambas proponen una forma estructurada para accionar sobre algo, un método implica una estructura cerrada, con el fin de ser repetida fehacientemente para obtener un fin específico, en cambio, un procedimiento está más relacionado al proceso de dirigir, pues significa plantear una forma de proceder frente a etapas que cualquier director, con cualquier fin artístico, enfrentará cuando comience a estructurar la puesta en escena. Apuntamos a la orientación del trabajo y no a la esquematización de este, pues las necesidades de cada director y puesta serán distintas, pero los elementos constituyentes que la construirán o las áreas que deberán atacarse serán regularmente las mismas. La determinación de distintos caminos será lo que la diferenciará finalmente de una metodología.
¿Por qué no montaje u obra y sí puesta en escena?
Entendemos montaje como el proceso de armado de la puesta, vale decir, está más relacionado al proceso de ordenar la búsqueda construida dentro del proceso artístico. Esto tiene lugar en las etapas finales del proceso. Del mismo modo lo diferenciaremos de obra, pues hace referencia a un universo más genérico, enmarcando dentro de sí la parte literaria del teatro o respondiendo al resultado en sí. En ninguno de los dos casos se incluye el carácter procedimental que envuelve una puesta en escena, por ende, también las decisiones y procesos por los cuales pasa el director.
La puesta en escena en cambio es inherente al director pues se origina gracias a él, considerándolo a su vez como autor y creador artístico y no simplemente como el encargado de ordenar las piezas. Está más relacionada al acto de componer, a partir de la conjunción de diversos elementos tales como la acción, iluminación, texto, imágenes, sonoridad, etc. A partir de esto, el director creará nuevos lenguajes en torno a las decisiones que tome y las estrategias que asuma, según las necesidades de la puesta en escena. Por ende, entenderemos la puesta en escena como la composición del todo, convirtiéndose en un concepto mucho más amplio y por lo cual, termina abarcando los conceptos antes mencionados.
¿Por qué no creación y sí construcción?
Existe una diferencia entre ambos conceptos. Si bien los dos aluden a procesos artísticos que van más allá de la mera expresión como forma de manifestación cultural, la creación apunta por definición desde el lenguaje, hacia la existencia de algo a partir de la nada, lo que es fundamental dentro de lo que concebimos y explicamos anteriormente como puesta en escena. Desde el lenguaje, construir es “hacer una obra material, generalmente la que es de gran tamaño, que se realiza de acuerdo con una técnica de trabajo compleja y consta de gran cantidad de elementos” (Oxforddictionaries.com). La acción de construir da cuenta de un proceso, con sus procedimientos y estrategias, pues, así como en la arquitectura, surge desde una idea -que vendría siendo la creación-, pero para que esta idea se vuelva “real” o concreta, tanto el arquitecto como el director deben organizar, mediante técnicas de trabajo, los distintos elementos/materiales y a su vez, las capas que darán forma y profundidad a la obra acabada.
Para llevar a cabo nuestro estudio realizaremos una investigación cualitativa, la cual se basará en el análisis de experiencias y conclusiones derivadas principalmente de procesos artísticos, con la finalidad de establecer posibles parámetros que propicien la construcción y organización del proceso de puesta en escena. También debemos puntualizar que esta investigación será de enfoque fenomenológico, pues nuestro estudio se basa en la experiencia subjetiva de los distintos directores, apuntando a conocer los significados que cada uno, en su carácter de artista, da a sus respectivas experiencias. El análisis se centrará principalmente en teoría que reflexione o se problematice en cuanto al fenómeno de la dirección y la puesta en escena, tanto a nivel global como nacional. A partir de esto desprenderemos conceptos claves que, aunque instaurados hace más de un siglo, se mantengan vigentes respecto al oficio de la dirección y nos orienten en el desarrollo de nuestra memoria.
Al mismo tiempo y luego de haber seleccionado tales conceptos, ejecutaremos un trabajo de campo consistente en la realización de entrevistas a un número significativo de directores nacionales, con el fin de conocer y hacer un catastro referente a los conceptos fundamentales que cada uno considera en sus procesos creativos, así como también respecto a sus metodologías o los procedimientos trabajados a la hora de iniciar un nuevo proyecto de puesta en escena. Esto nos permite efectuar una investigación más profunda y amplia en relación al oficio del director y, por consiguiente, obtener mejores resultados.
Finalmente, ya obtenidas las entrevistas, recolectaremos la información total, para luego analizarla, describirla y así proponer una guía que encamine el proceso de la dirección escénica de una manera más concreta.
Descripción
Lugar de Publicación
Valparaíso
Auspiciador
Palabras clave
PUESTA EN ESCENA, DIRECTORES TEATRALES
Licencia
Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Chile (CC BY-NC-SA 3.0 CL)