El silencio del material.

dc.contributor.advisorMoraga Lacoste, Juan Luis
dc.contributor.authorRosas Colguan, Andrés
dc.coverage.spatialValparaíso
dc.date.accessioned2024-08-08T21:09:02Z
dc.date.available2024-08-08T21:09:02Z
dc.date.issued2016
dc.description.abstractNuestra época se caracteriza por un constante desarrollo técnico-científico, traducido en bienes materiales, que son producidos para satisfacer las “cada vez nuevas necesidades de la gente”. Lo anterior quiere decir que la producción de insumos y artefactos de todo tipo, más todo lo relacionado con su comercialización, en un primer momento cubren una necesidad al mismo tiempo que vienen a crear nuevos hábitos y junto con ello nuevas necesidades. Se produce para la gente y la gente consume. La gente es un consumidor. Pero, ¿quién es exactamente la gente? Lo impersonal es otra de sus características. En nuestra época la credibilidad sobre un asunto viene de la mano de la ciencia. La ciencia abala y certifica. Las cosas están “científicamente comprobadas” (y aquello es la luz del mundo). Nuestra sociedad tiende desmedidamente a valorar bajo los parámetros de cantidad, velocidad, transparencia, higiene. Sin reparar, además, en el hecho de que muchas veces los medios y procesos para lograr dichas aspiraciones resultan contradictorios con las mismas. El peligro que todo ello encierra es algo cada vez más evidente. Esta imagen de nuestra época, ha sido expresada en forma de diagnóstico por el director de cine Andréi Tarkovski, a través del monólogo de uno de sus personajes en la película “El Sacrificio” [Alexander- Paisaje abierto. Sobre la hierba y bajo un árbol. Junto a su hijo de 6 años]: “… El hombre se ha defendido a sí mismo, siempre – de otros hombres, de la naturaleza. Él ha violado la naturaleza constantemente. El resultado es una civilización construida en la fuerza, poder, miedo, dependencia. Todo nuestro “progreso técnico” – nos ha proporcionado un confort, un standard. Y de instrumentos de violencia para mantener el poder. ¡Somos como salvajes! - ¡Usamos el microscopio como un garrote! – no, está mal. ¡Los salvajes son más espirituales que nosotros! – Tan pronto como logramos un avance científico – lo ponemos al servicio del mal. Y con respecto al standard, algún sabio dijo una vez: “que pecado es aquello que es innecesario.” – Si ese es el caso, toda nuestra civilización – está construida en el pecado, de principio a fin. Hemos adquirido una horrible desarmonía – un desequilibrio, por así llamarlo, - entre nuestro desarrollo material y espiritual…” (2) La imagen de nuestra época expresada aquí como la consecuencia de un desequilibrio entre desarrollo material y desarrollo espiritual, ciertamente explica, a grandes rasgos, por qué algunas cosas gravitan más que otras en nuestra sociedad. Pero lo que nos convoca en esta investigación es una preocupación que nace desde la arquitectura, entendida como arte. A propósito, es el mismo Tarkovski que señala en su libro “Esculpir en el tiempo”, precisamente: “En el contexto de esta situación, la función del arte reside – para mí – en expresar la idea de la libertad absoluta de las posibilidades interiores y espirituales del hombre. En mi opinión, el arte siempre ha sido un arma en la lucha del hombre contra la materia, que amenaza con devorar su espíritu.” (3) Obviamente, la vida del ser humano es con la materia, está rodeado de materia. La cuestión es, entonces, de qué manera se relaciona con esa materia. Con esa materia transformada hoy en productos. Donde pareciera ser que todo viene hecho y que el ámbito de la experiencia con las cosas se reduce a ocuparlas según catálogo. La motivación de esta investigación tiene que ver con la materia como material de construcción. Porque cuando se habla de “desarrollo material”, en el oído del arquitecto debiera quedar resonando algo más… como por ejemplo: ¿Qué consecuencias tiene “ese” desarrollo material en la arquitectura? ¿Es correcto afirmar que la arquitectura de nuestra época -en tanto arquitectura- se caracteriza por un desarrollo material? Al respecto, desde nuestra disciplina, José Cruz Ovalle señala: “…el progreso técnico no es hoy ninguna aventura, es un punto seguro en la construcción del mundo.” (4) Por un lado Tarkovski nos remite al arte y luego Cruz Ovalle nos señala que si en algún momento el progreso técnico fue una aventura como materia y campo para el arte, hoy ya no lo es. En medio de este panorama, es lógico que las materias con las que se construyen nuestras edificaciones hayan sido transformadas. En el caso particular de las maderas, por ejemplo, los cambios han sido revolucionarios en aspectos como: la concepción estructural, las propiedades físicas y la estética. Se ha llegado a tal punto que ya no se construye con materiales sino que con productos. Y en ocasiones con productos que intentan imitar un material. Productos que con el paso del tiempo ya no envejecen sino que se arruinan, se desechan, se convierten en basura. Luego, es lógico también pensar que esto tenga consecuencias en la conformación de los espacios y en la percepción que se tiene de ellos: “…la manera según la cual los hombres somos en la tierra es el Buan, el habitar” ⁵ -nos recuerda Heidegger- y en la medida que habitamos, construimos. Además, teniendo en cuenta el fuerte protagonismo del factor técnico-financiero, o simplemente mercantil, que está operando de forma generalizada en la sociedad como parámetro de evaluación sobre las cosas del mundo: ¿Sería deseable una aproximación diferente al material? Seguramente que sí, por cuanto podría, ¿por qué no?, contribuir a renovar la concepción de valor que se tiene de las cosas, como regalo de la arquitectura. En definitiva, nos preguntamos por la posibilidad de un conocimiento del material anterior y libre del dominio del mundo técnico. Sería necesario, entonces –citando al poeta Hugo Mujica- “Volver a ponerse a la escucha de las cosas”.⁶ Un volver a ponerse a la escucha de nuestros materiales. Ir tras una especie de indicación sobre “qué significa trabajar con tal o cual material” en el sentido de: Qué trae consigo el material como materia. Pero esta investigación no busca definir el silencio de los materiales como tal o cual cosa, sino que trata de dar con las condiciones que son previas para poder acceder a eso que sería el silencio del material. La estructura del desarrollo, en base a dos capítulos, obedece a los dos grandes conceptos involucrados en el título de esta investigación: El Silencio- y -El Material. El primer capítulo “Escuchar el silencio” expone la actitud necesaria para acceder al silencio, es decir: escuchar. El segundo capítulo “La veracidad de la materia” presenta una reflexión acerca del lugar esencial del material en la obra de arquitectura.
dc.facultadFacultad de Arquitectura
dc.identifier.urihttps://repositoriobibliotecas.uv.cl/handle/uvscl/14233
dc.language.isoes
dc.publisherUniversidad de Valparaíso
dc.rights.urihttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/3.0/cl/
dc.subjectMATERIA DE CONSTRUCCION
dc.subjectESPACIO
dc.titleEl silencio del material.
dc.typeTDPRE
dc.ubicacionS/ARQUI R788s 2016
uv.catalogadorDRB ARQ
uv.codigo.barra00429218
uv.departamentoEscuela de Arquitectura
uv.notageneralGrado de Licenciado en Arquitectura.

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